Nació en Lawton una ciudad en el condado Comanche del estado estadounidense en Oklahoma, una ciudad militar en el borde del sur de las grandes llanuras, un lugar insustancial con poco interés al ser una ciudad militar y sin alma para la vida que soñaba Curtis Speer.
Este artista creció enriqueciéndose de su soledad observando todo lo que le rodeaba, viendo belleza donde otros no la veían, pasaba su tiempo libre impregnándose de naturaleza, se sintonizaba con los árboles, colores, sonidos y lo más importante la luz.
La luz le enseño capturar las sutilezas de la vida y siempre trabajo bajo varias perspectivas, lo que veían sus ojos, los pensamientos que pasaban por su mente y la emoción que le mandaba su corazón.

Esta sensibilidad le hizo conseguir una Beca universitaria de dibujo en Bellas Artes, lo que le enseño a desarrollar su propia perspectiva como fotógrafo.
“Mi trabajo es el resultado de un arduo trabajo continuo y perseverancia. Trabajar con diseñadores a lo largo del costa oeste y firmas en Nueva York, nunca dejo para inspirarme en las personas que me rodean”
CURTIS SPEER
Hablando con Curtis me comentaba que siente mucho respecto por sus padres, pero fue su padre quien le inculcó lo que tenía que ser como hombre, él fue su fuente, su gran espíritu. Me sentí muy identificado con él porque, aunque solo pude disfrutar de mi padre diez años, siento que tengo mucho de él, su esfuerzo al trabajo, sus ganas de aprender constantemente y el amor que le ponía a todo lo que hacía, el sigue siendo mi fuente de la que sigo bebiendo.

¿Cuándo eres el Hijo Perfecto?
Me doy cuenta de que soy el hijo perfecto cuando escucho la voz de mi padre en el fondo de mi cabeza hablándome sobre ética de trabajo, humanidad y humildad y observando sin juzgar. Sus palabras están conmigo todos los días y creo que depende de mí practicar lo que me han enseñado, ya que proviene de un lugar amoroso y no egóico. Ser útil es un aspecto enorme de vivir en este planeta que incluye ayudarse a sí mismo para que pueda ayudar a los demás. Esto no debe malinterpretarse como egoísta, sino más bien sobre ser consciente. Entonces soy el hijo perfecto cuando mi papá puede presenciar las lecciones que me inculcó para vivir una vida justa y plena.
¿Cuándo no eres el Hijo Perfecto?
Me encuentro fuera de alineación cuando supongo que puedo hacer algo sin la ayuda de otros o sin la ayuda de algo más grande que yo. La resistencia crece y la frustración me lleva a tomar decisiones pobres o apresuradas basadas en el miedo y la falta en lugar de descansar en las posibilidades de que todas las cosas funcionen juntas. No soy el hijo perfecto cuando permito que las circunstancias dicten mi bienestar, ya que nada fuera de mí es responsable de mi felicidad. Mi papá siempre observa sin juzgar y confía en su paciencia hasta que vuelva a encarrilarme.
